viernes, 12 de agosto de 2011

Muerte y resurrección


Por: Julio Torres. La verdad renace como el ave fénix de las cenizas, de la hoguera en que pretenden destruirla sus enemigos y combatir por ella, la muerte misma le encontrará sereno, mucho se ha hablado en el sentido de que la forma material desaparecerá algún día, pero nunca nuestra idea, la vida y la muerte son estados transitorios de la materia.

Lo que amedrenta a la materia, son los sufrimientos con razón o sin ella que experimentan los seres humanos, y los que le temen son los ateos, los ignorantes y los malvados; los ateos creen volver a la nada y dejar de gozar, los ignorantes le temen porque no saben lo que es y los malvados, tiemblan ante la justicia de Dios.

Enseñar la verdad siempre ha sido motivo de persecución, de tal suerte que en las escuelas regía la presuntuosa ignorancia, la falsa ciencia de los teólogos y en los templos, la hipocresía estaba por encima de cualquier cuestionamiento y en los palacios dominaba la ambición.

La libertad es el anhelo de todo ser humano, sin ella jamás conseguirá manifestar sus ideas con la fuerza necesaria, pero siente que debe luchar porque todos sean iguales y que de manera fraternal se pueda encontrar el apoyo requerido, pero, para lograrlo necesita comprender que es lo que la ciencia quiere mostrarle, antes y después de conseguir ser virtuoso.

La tolerancia significa hablar con suavidad sobre todo a los miembros de la familia con el objetivo de establecer que solo con trabajo se logra acumular riqueza que manejada con prudencia se logra el modo de practicar la filantropía.

La materia no se crea ni se destruye, solo se transforma y la inteligencia es un destello de la creación, la clasificación de cuerpos en orgánicos e inorgánicos y las palabras vida o muerte es un criterio artificial para explicar los fenómenos que hieren nuestros sentidos.

El sentido astronómico de lo que hemos expresado se logra por medio de símbolos, para entender los fenómenos de la naturaleza y las ideas morales que de ellas derivan.

Solo como dato adicional diremos que el compás y la escuadra tienen su simbología perfectamente definida, basta con imaginar todas las figuras que se logran manejando con maestría un simple compás, curiosamente comparadas con las figuras del universo, y con la escuadra se pueden trazar toda clase de figuras rectas que combinadas con las del compás, resultan figuras complejas increíbles.

Se dice que cada vez que aprendo algo parece que vivo una nueva iniciación, su significado se parece mucho a la simbología del ave fénix que demuestra que siempre puede renacer desde sus cenizas.

Todos los seres humanos tenemos la oportunidad de renacer, lo que significa que antes debe morir, esto es, que para renacer primero debemos morir, significa entonces que podemos morir de manera simbólica a la vida actual para renacer a una nueva vida cuando decidimos cambiar.

Cambiar nuestra forma de pensar, cambiar nuestra forma de ser, sustituir hábitos que de alguna manera han sido contrarios a las buenas costumbres y que ahora pretendemos sustituirlos por buenas acciones.

Cada día y cada instante nos estamos iniciando, porque cada día y cada instante aprendemos nuevas cosas, así entendemos al ave fénix, así explicamos la muerte y la resurrección que no necesariamente equivale al efecto conocido.

En masonería existe un momento fundamental que experimenta ese paso de muerte para los vicios y las pasiones y se renace a la verdad y a la virtud, cuando este paso se vive y se asimila como lo ordena la liturgia equivale a una buena iniciación.

La experiencia vivida en este paso no se puede explicar con palabras, solo se percibe cada instante y se valora cada palabra en su exacta dimensión, es un antes y un después que conecta nuevos circuitos en el cerebro que nunca antes habían sido percibidos.

Imagino regresar a una edad de mi niñez que bien podría compararse a unos tres años con todo el candor que se muestra a esa edad y con la fuerza para preguntar todo cuanto se me ocurra, con la belleza que nuestra un niño a esa edad.

Morir y renacer, como el ave fénix, es sorprendente.

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