He
titulado este ejercicio afectación inocente en función del daño que podemos
causar de manera involuntaria a nuestros hijos, cuando llega la hora de partir
o de cruzar el portón de esta vida hacia la otra.
He
tenido noticias de muchos casos, en que alguno de sus hijos, se identifica
plenamente con su padre, y el, identificado con alguno de sus hijos, a tal
grado que ambos encuentran similitudes en la manera de conducirse.
A
simple vista, lo anterior se puede calificar de un beneficio maravilloso, si
existiera en toda familia, pensamos que debe ser practicado en toda la
sociedad.
Pero en
esta ocasión, me permito disentir de esa idea, pues la pequeña estadística que
me permití desarrollar, entrega datos poco alentadores y con matices
desagradables.
Un
común denominador arroja la problemática de que cuando el padre o la madre
fallece, el hijo o hija que logró mayor identificación con el fallecido, padece
alguna controversia de supervivencia.
Casos
donde el hijo o hija que se identificó con el, o la fallecida, comienza a
presentar una patología que nunca antes se había manifestado y no existe motivo
real cuando se elabora una historia clínica.
Casos
de dolores intensos de distintos tipos, o casos de asma en el menor de los
casos, de tal suerte que si no se tratan a tiempo pueden permanecer por tiempo
indefinido en el organismo del hijo afectado.
Muchos
son los psicólogos que se encargan de elaborar un tratamiento profesional y
efectivo que me consta, en poco tiempo la problemática desaparece por completo.
Muchas
veces por causa del desconocimiento que una familia puede presentar en estos
casos, evitan que sean tratados generalmente por “el que dirán” que hace tanto
daño o más que la propia enfermedad.
Es tan
peligroso no dar atención a este asunto, que muchas veces desencadenan efectos
tan nocivos que hasta pueden generar tragedia, lo mejor es canalizarlos de
manera profesional.
Empíricamente
se pueden implementar algunas acciones, es posible que una de las más
importantes sea: Invitar al hijo que se encuentra en ese momento crítico a que
trate de descubrir la personalidad que el espejo le refleja.
Invitarle
a imaginar como se comportaría el personaje que ha idealizado, ante una
situación real y como encontraría una solución real, y como la puede encontrar
ese hijo idealizador en tiempo real para el momento actual.
Realizar
una serie de ejercicios encaminados a descubrir la verdadera personalidad del
fallecido, puede ser otra práctica benéfica, con el fin de no perjudicar a
nadie con las resoluciones.
Existen
casos donde el hijo sueña al padre fallecido y refiere que lo ha soñado con
gesto de enojo y eso le mantiene con etiqueta de culpable, dice el hijo: Mi
papá aparece en mi sueño con gesto de enojo, debe ser porque yo fui culpable.
Culpable
de no haber hecho las cosas como el lo quería y no se como hacer para que
recupere su alegría y mientras no lo sueñe contento me sentiré mal.
Como
vemos, la sencillez con que afectamos a un inocente es más seria de lo que
parece, porque va más allá de la vida.