martes, 9 de agosto de 2011

Empresa libre y libre comercio


Por: Julio Torres. El trabajo no necesita protección, sino Libertad, para que sea fructífero solo requiere libertad, pero es condición indispensable que se garantice al productor la propiedad que por él acumule, las artes y oficios deben ser protegidas sin falsas teorías de protección.

Todo lo que se hace en contra de las artes y oficios, con el argumento de “proteger” la propiedad social de los habitantes es una falacia.

Las asociaciones, fundadas en el principio regenerador del trabajo común, y reducidas a empresas mercantiles sin intervención de la autoridad, aseguran la mejoría de sus artículos y el bienestar de sus productores y operarios.

Un día llegará en que la ley y no el menor precio y excelencias de los productos, fuercen a consumirlos, ese día, el pueblo está explotado y se precipitará al abismo, todo se monopoliza por decreto, se desarrolla el espíritu de cuerpo, la persona se sacrifica a él, y mueren las libertades.

Aparece entonces la corrupción y la pobreza endémica y el enviciamiento de las masas, el hombre no puede vivir sin la producción, cada uno está dotado para producir, toda ley que impida al consumidor a proveerse donde le acomode, ataca su existencia, no olvidemos que el hombre es el ser más desprovisto de defensas y recursos naturales.

El omnipotente lo lanzó sobre la tierra sin garras, colmillos ni medios de ataque, con una piel fina y sensible, que todo roce le atormenta, con órganos tan débiles e instintos tan limitados que apenas le dan a conocer lo que le alimenta o le mata.

La humedad lo hace hidrópico, el calor le abrasa, el frío le hiela, la sequedad le ahoga, solo puede digerir los huevos, la leche, las ostras y las frutas en su madurez, y no las hay en cantidades suficientes para la millonésima parte del linaje humano.

Debe crear y preparar su alimento antes de consumirle, en controversia con los cielos y a la tierra, a este ser tan débil y tan lleno de necesidades, que solo puede vivir de su trabajo, solo le fue entregado el instinto social para luchar unido a los otros contra las fuerzas que quieran impedir su progreso y felicidad.

Fue dotado de inteligencia, lo hace física y moralmente, “trabaja o muere” tal fue el dilema que precedió a su formación y rige sus destinos, por el trabajo desarrolla su razón, descubre los secretos de la naturaleza, se hace señor de ella, se provee de recursos que sostienen su vida y la de los demás, y abastece a mil, física e intelectualmente.

Educar al pueblo, legislar sobre el trabajo y el intercambio de productos se hacen necesarios, porque vendrá el hambre y se tendrían que dictar leyes contra la pobreza endémica, leyes para arrancar al acaparador el alimento, crecerá el hambre y nada será suficiente para corregirlo.

Se proclama la libertad de empresa junto a la libertad de comercio, para que quien dirige el gobierno solo se dedique a proteger a quienes producen la riqueza junto con sus propiedades.

El ser humano es la única especie capaz de transformar la materia, de transformar los productos del campo en los más exquisitos platillos, para ser consumidos por sus semejantes mediante un evento que posee todas las características de una ceremonia, la hora de los alimentos.

Es posible que nuestros hijos algún día puedan entender este tipo de comentarios, que diseñen los mecanismos que crean convenientes y de esa manera asegurar alimento para todos, cuando la cifra de habitantes supere los diez mil millones de seres humanos sobre el planeta.

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