jueves, 4 de agosto de 2011

Curiosidad y razón







Por: Julio Torres. La razón y la curiosidad son facultades que también pertenecen a la parte dual del hombre, son eternas, nunca van a morir, precisamente dichas facultades pertenecen al alma y para manifestarse utilizarán al cerebro como ejecutor de las órdenes.

Aunque parezca repetitivo, el alma es la parte encargada de dar el impulso que conocemos como voluntad en los seres humanos, el cuerpo humano va a ser el encargado de ejecutar las instrucciones, para eso es que el espíritu velará permanentemente el estado que guarda la máquina ejecutora de la voluntad del alma.

La curiosidad y la razón también son parte de la voluntad, se requiere que la voluntad determine si es necesario descubrir algo, cualquier cosa por insignificante que sea, y el cerebro recibe la orden de curiosear, y él procesa dicha orden y la envía a la zona que corresponda, esa parte del cuerpo se encargará de ejecutar la orden emanada del alma y la cumplirá de manera precisa.

Pongamos un ejemplo, imaginemos a un niño que no conoce el poder del fuego y por curiosidad trata de alargar la mano hasta llegar al fuego para saber de que se trata, entonces, paralelamente entra en acción lo que conocemos como razón y por el mismo conducto se enviará la información de peligro, aquí interviene otro de los factores que ya hemos platicado, el libre albedrío y el determinará que hacer.

De lo explicado en el párrafo anterior se desprende la forma como los científicos han desarrollado las nuevas ciencias de la automatización, que a base se censores, una máquina va a decidir si cumplirá un movimiento o no, desde luego que este ejemplo de la automatización resulta primitivo al lado de la maquinaria humana.

A cada paso que damos en el análisis de alma y espíritu, nos vamos encontrando con datos que tristemente nos coloca todavía en ese nivel casi primitivo, así parece que nos encontramos comparativamente con esa maquinaria tan perfecta que poseemos, el cuerpo humano.

Esta es una de las razones por lo que la masonería de ninguna manera aprueba el suicidio, por considerarlo un acto cobarde, el conocimiento masónico insiste en que el masón se prepara para resolver los problemas que harán su vida más placentera y  feliz pero, también se prepara en lo que concierne a la otra vida. 

La inmortalidad del alma es un asunto de alta importancia, cuando no se tiene ningún conocimiento de este asunto, fácilmente se puede caer en el fanatismo que alimentan las religiones con la promesa de una vida eterna llena de felicidad, con el perdón divino, pero aquí y ahora es cuando debemos buscar la felicidad que solo se consigue acatando esas leyes divinas, que aunadas con las de los hombres hace que seamos mejores.

Acatar las leyes divinas es tarea fundamental de una alma lista y dispuesta a disfrutar de la mejor manera lo que la vida nos tiene reservado, debemos recordar que somos parte del proyecto divino y que esa es la razón de estar aquí, no importa como o que nombre le de cada uno a la divinidad, esa es la verdadera libertad, cada ser humano tiene la mejor idea en lo que a la divinidad se refiere y no importa que nombre le asigne.

Todas las religiones pretenden afirmar que poseen la verdad y cada una de ellas dice tener la única verdad, lo cierto es que la masonería nunca ha pretendido poseer la verdad única, la masonería quiere que los seres humanos sean libres, libres de pensar lo que les parezca, libres de actuar sin fanatismos, sin sometimientos, libres para buscar las verdades, libres de vicios y pasiones, libres para distinguir lo bueno de lo malo.

Y lo anterior se logra con las herramientas que hemos analizado: alma y espíritu con sus respectivas facultades.

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