sábado, 5 de febrero de 2011

Leyenda y los peregrinos

Por: Julio Torres

La búsqueda del triángulo dorado se convirtió en algo de importancia vital para conocer el nombre divino que se suponía estaba grabado en ese triángulo.
Los peregrinos descubrieron  el lugar donde Henoch hizo construir una bóveda en las entrañas de Canaán para proteger al triángulo de oro y la señal era una placa de roca con un anillo de hierro en el centro que servía para levantar esa pesada piedra.
Cuando levantaron la roca se dan cuenta que la entrada es muy estrecha y calculan que solo puede entrar una sola persona, y deciden que sea Zabulón el que debe bajar.
Zabulón se ató una cuerda alrededor de su cuerpo y los otros lo sostienen desde fuera para que él pueda penetrar por esa abertura tan estrecha.
La bajada era tan profunda, que por dos veces tuvieron que izarle sus compañeros para alargar la cuerda, alcanzando el fondo a la tercera tentativa.
Nada se veía y cuando tropezó con la piedra debajo de la cual estaba el triángulo, cuya forma y pulimento le revelaban  que el arte y no la naturaleza la habían colocado en aquel punto.

Procuró levantarla, y cuan grande fue su sorpresa al verse de pronto deslumbrado por la vivísima refulgencia de un triángulo de oro engastado en piedras preciosas.

Se llevó la mano derecha  a los ojos, y la izquierda atrás de la espalda para tomarse de la cuerda y no caer, quedando así en la admiración extática hasta que sus compañeros al sentir aquella presión continuada le alzaron a la superficie.

Volvió en si con el aire libre, y les dio cuenta del portento, inclinándose  hacia la bóveda, y como la luz llegaba del fondo de la entrada, vieron los escalones por donde podía descenderse.

Uno tras otro fueron bajando, cayendo de rodillas con las manos levantadas, y los brazos extendidos, la cabeza inclinada al ver el triángulo milagroso en que estaban inscritos los caracteres indescifrables.

Zabulón fue el primero que se levanto, puso sus manos debajo de los brazos de Joabén y ayudo a levantarle, lo mismo hizo con Stolkin, los tres presentaron el triángulo.

El monarca israelita que sabía de la tradición de enoch y la verdadera pronunciación de la palabra divina cuya escritura ignoraba, no vacilo en reconocerla, e hizo el signo que desde entonces se conoce.

Se dice que por aquel maravilloso hallazgo, Salomón mando edificar el templo e hizo que Hiram Abif con sus operarios fenicios construyese una bóveda subterránea que desde su palacio le conducía al de Henoch.

Allí, con el celebre arquitecto y el rey de Tiro, les comunicó el secreto al fundar su primer capitulo, acordó dar aquella palabra como sagrada.

Esa palabra no se podía pronunciar, solo en presencia de los tres jefes de la institución.

Cuando murió Hiram y no queriendo cargar solo con el peso del gobierno, consulto al rey de Tiro y se dedico a llamar a los escogidos por el pueblo que había creado para que le ayudaran.

Los asuntos legislativos, fueron tratados en primer lugar para poder inculcar a los demás, los principios del progreso que practicaba.

Invitó a los elegidos a participar con él de la autoridad soberana, porque eran sus apoyos para sostener eternamente la libertad de Israel.

El precioso delta en que esta grabado el nombre indecible, que representa la unidad del ser que proclama la naturaleza, la inteligencia y la conciencia, representada por los tres lados que constituyen ese triángulo dorado.

Solo ellos, Salomón, Hiram Abif e Hiram rey de Tiro, conocieron el grabado del triángulo y nos entregan el significado del escrito encontrado: “El que ha sido, el que es y el que siempre será de hoy y para siempre.

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