lunes, 7 de febrero de 2011

Leyenda y la educación humana

Por: Julio Torres

Buena fe y fidelidad, deben ser las virtudes fundamentales para adquirir la estatura necesaria para merecer el titulo: “padre de la educación humana”.

Buena fe para encontrar la verdad, buena fe para proclamarla y buena fe para defenderla, pero además fidelidad, así es, fidelidad para proclamarla.

Podemos tratar de hombre a hombre, de nación a nación, abjurar de la máxima nefanda que establece, que la moral política no es la moral privada, pero sostengo que donde no hay buena fe, no se conoce el honor.

Negociar con la conciencia es infamia, los egoístas a quienes el amor a la patria enloquece, son capaces de de decir que las naciones pueden faltar a los tratados si aseguran de ese modo su “grandeza”.

Ningún gobierno y ninguna ley, podrán infundir la buena fe ni crear la fidelidad, ello solo se logra con la educación de las masas.

De no hacerlo se convierte en temor al castigo, pero eso genera hipócritas, buscar el premio a las buenas acciones, caerá en manos del más bajo y lisonjero de los candidatos.

Por otro lado, ¿Quién será el juez?, un intrigante que lo deba todo a su astucia, o un hombre honrado a quien engañen las apariencias.

Si Roma dominó al universo conocido, es porque al fundarse, proclamó estos principios, y levantó un templo a la buena fe, mientras la palabra de un patricio, sea la mejor garantía de su fidelidad, el romano dará la ley al mundo.

Muchos somos los que por nuestro influjo constante y progresivo, despertamos los sentimientos de la dignidad y la fraternidad universal, ahogados en las naciones por la tiranía y la educación defectuosa que nos conceden.

Debemos hacer comprender a todos, que no hay verdadera felicidad sin el saber y el conocer, además de practicar nuestros deberes y derechos, porque de ambos se origina la satisfacción interior que hace la dicha de la persona.

Si el derecho de reunión, único medio de educar al pueblo, es tan difícil de establecer en cualquier país porque es la muerte de la tiranía, ¿no será una utopía el pensamiento de paz?

Ese pensamiento ha sido el sueño dorado, sabemos que pasiones e intereses distintos engendran rivalidades, que la ambición y la astucia multiplican.

Pero como tienen su origen en la ignorancia y en el amor a la patria mal entendido, la educación que el derecho de reunión asegura, nos permitirá demostrar al mundo la unidad de Dios y las sublimes leyes de igualdad, libertad y fraternidad del linaje humano.

Sócrates creyó que bastaba proclamar aquellas verdades para que todos las siguieran, pero los tiranos le mataron, el tiempo de la redención  se hacía sentir en el desierto.

No se pudo hacer oír en los palacios, pero retumba en las cabañas y saca de su apatía al verdadero pueblo que levanta la cabeza y recobra su dignidad perdida.

Aprende a reunirse y con ello prueba que es igual a los reyes de la tierra y que si estos le parecían gigantes, era porque los miraba de rodillas.

Ahora, el pueblo entiende que cuando aprende a reunirse, aprende también, lo que es la buena fe y la fidelidad, y adquiere educación necesaria para encontrar la verdad.

No hay comentarios: