miércoles, 16 de febrero de 2011

Leyenda y el intelecto

Por: Julio Torres

Cada una de las doce estrellas, símbolos del zodiaco intelectual, en el que destaca la estrella de la razón, y donde se guardan muchas de las verdades contenidas en el intelecto.

La primera estrella es entender que no hay principio de virtud, de honor ni de moral, que no sea inherente a la conciencia, y que todo ser humano posee por igual que al más instruido.

La segunda estrella enseña que, ninguno de esos principios bastan para gobernar, porque el bien que se hace a los seres humanos por el sentimiento moral, es como todo artificio del ánimo pasajero.

Solo produce efectos transitorios, en tanto que la sociedad es un vasto taller de trabajo y producción, en que el interés material es más poderoso que la moral.

La tercera estrella muestra las religiones, hijas del grado de avance que cada pueblo alcanza, no pueden servir para regirle, todas se apoyan en lo absoluto e invaden el territorio intelectual y le dominan.

La cuarta estrella representa, la metafísica y la psicología, ocupadas en lo abstracto, se pierden en pueriles meditaciones o caen en lo autoritario, y nunca  florece el  progreso.

La quinta estrella es la literatura, que abraza los errores y las verdades de una época, sirve para consagrar el mal, con el prestigio de la antigüedad, y este es tan limitado que más ayuda a la educación que a la sabiduría.

La sexta estrella, es la conducta moral e intelectual, se regula con las nociones de su tiempo o del país en que vive, nociones que cambian en cada generación y a veces cada año, los sabios   encuentran en el camino del progreso y pueden propagar libremente sus ideas.

La séptima estrella, es símbolo opiniones, quiere que las ideas fecundas, penetren y se afiancen, antes de pedir que desaparezca el intervalo que separa a la siembra de la producción del fruto.

La octava estrella declara, que el mejor gobierno, es el que destruye las malas leyes de sus predecesores, ya porque esté al nivel de las luces del siglo, ya porque conozca sus verdaderos intereses.

La novena estrella decreta, que el progreso es el resultado del estudio de las leyes intelectuales.

La décima estrella afirma, que si la naturaleza bruta influye en el hombre, Dios le dio la razón  para comprenderla y dominarla.

La undécima estrella expresa, que los bienes del adelanto indiscutible, se anulan con la corrupción de las costumbres.

Los vínculos de la familia se rompen y se introduce la desconfianza entre los asociados, como los de la moralidad de un país, se desvanecen si marcha a la par de su entorpecimiento.

La duodécima y última estrella representa la idea de que, no basta conocer nuestros deberes ni promulgar nuestros derechos, es necesario saber cumplir los deberes y garantizar los derechos.

Las verdades bien entendidas y observadas invariablemente conducen al florecimiento de la perfección y de la evolución.

Solo se oponen a la evolución la intolerancia, la nigromancia y el fanatismo, lo contrario de la intolerancia no es la caridad, el contraveneno del sortilegio no es la fraternidad, el antagonismo del fanatismo no es la humanidad.

Lo contrario de la intolerancia, el antídoto de la nigromancia y el antagonismo del fanatismo solo es la razón.

Concluimos entonces que nuestro “intelecto” se encuentra en nuestro ser interno, y acertamos que en el símbolo de las doce estrellas del zodiaco, destaca la estrella de la razón.

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