viernes, 18 de febrero de 2011

Leyenda y el arte del simbolismo

Por: Julio Torres

Es en la familia donde se aprende sobre heroísmo y esa es tarea del padre y de la madre, inspirar en el hijo una serie de valores para impedir caer en las garras de la ignorancia.

Como toda idea, exige la ayuda de los sentidos para comunicarse, se crearon los mitos y se invento “el arte del simbolismo”, que era, infortunadamente, superior a la inteligencia de las masas.

Los primeros cristianos recibieron aquellas formulas de los esenios, iniciados por los discípulos de Salomón, que estableció siete sacramentos, pero el sacerdocio tomó el símbolo por realidad y descendió de maquinista a autómata.

Los casos de Fenicia, Tiro y Cartago, se elevaron sobre las otras naciones y murieron rápidamente a pesar de haber vivido en la abundancia.

Reducidos a pequeño espacio y en lucha contra la naturaleza para su sustento, y contra las naciones vecinas por no verse esclavizados, sus fundadores profesaron la democracia y ejercieron todas las industrias.

La navegación y el comercio fueron su especialidad haciendo del oro el fin de la existencia, entronizaron el monopolio, sacrificaron al interés material el de su dignidad.

Con esta conducta, fue mas para levantar odios que para granjear voluntades, suscitaron la enemistad de los extranjeros y de la gran masa de sus mismos ciudadanos desposeídos y se desvanecieron entre las hordas de sus conquistadores.

Surge la pregunta, ¿Por qué las repúblicas griegas, cuando parecía que darían la ley al mundo por su progreso en las ciencias y las artes, perecieron en su indolencia?

Nacieron tan frescas y se elevaron tan vigorosas, que el talento y las virtudes individuales abrían a todos el templo de la gloria, pero consideraban el trabajo material como degradante.

Ejercían la explotación del hombre por el hombre, negaron el derecho de ciudadanía al pueblo vecino, se aislaron los unos de los otros y redujeron a la esclavitud a los que conquistaban.

Para afianzarse en el poder sacrificaban a las personas e inclusive a sus familias y al estado, en lugar de dar apoyo a la seguridad del individuo, cayeron en la esclavitud más vergonzosa.

Pero entonces, ¿Qué paso con Roma, que dominaba al mundo conocido y murió en la ignominia que de pueblo agrícola se elevo a la omnipotencia?

En su lucha contra los industriales y guerreros se consagro la supremacía del productor sobre el consumidor, enalteciendo en su respeto al hogar domestico y sus costumbres patriarcales y hospitalarias de sus fundadores.

La historia nos dice que las repúblicas italianas desaparecieron muy rápido y que ello se debió a sus errores económicos y sociales, la rivalidad de unas con otras y su carácter aristocrático.

Sus habitantes no recibieron seguridad ni garantías, todo resultaba incompatible y prefirieron un tirano a una reunión de pequeños tiranos.

El arte del simbolismo parece ser la mejor medida para salvaguardar las naciones y no es otra cosa que la pureza del hogar domestico, base de las buenas costumbres, porque el que es digno en la casa lo es en el municipio y en la nación entera.

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