jueves, 8 de septiembre de 2011

Agradecer a tiempo

Una mañana, una mujer bien vestida se paró frente a un hombre desamparado, quien lentamente levantó la vista... y miro claramente a la mujer que parecía acostumbrada a las cosas buenas de la vida.

Su abrigo era nuevo, parecía que nunca se había perdido de una comida en su vida, su primer pensamiento fue, solo se quiere burlar.

Por Favor Déjeme en paz” gruño el Indigente, para su sorpresa, la mujer pregunta: ¿Tienes hambre? preguntó ella, no, contestó sarcásticamente, acabo de llegar de cenar con el Presidente.

La sonrisa de la mujer se hizo aún más Grande. De pronto el hombre sintió una mano suave bajo el brazo. ¿Qué hace usted, señora? preguntó el hombre enojado.

En ese momento un policía se acercó. ¿Hay algún problema, señora? le preguntó el oficial, no hay problema, oficial, contestó la mujer, estoy tratando de ayudarle y que se ponga de pie.

¿Me ayudaría? El oficial se rascó la cabeza. Si, el Viejo Juan, Ha sido un estorbo por aquí por los últimos años. ¿Qué quiere usted con él? Pregunto el oficial.
¿Ve la cafetería de allí? Preguntó ella, le quiero invitar algo de comer y sacarlo del frío por un ratito.

¿Está loca, señora? el pobre desamparado se resistió. Yo no quiero ir ahí, entonces sintió dos fuertes manos que le sujetaba de los brazos y lo levantaron, déjeme ir oficial, Yo no hice nada.

Vamos Viejo, esta es una Buena oportunidad para ti, entonces, la mujer y el agente de policía llevaron al Viejo Juan a la cafetería y lo sentaron en una mesa del rincón de la cafetería.

Una persona como este aquí es malo para mi negocio dice el gerente, el viejo Juan esbozó una sonrisa con sus pocos dientes. Señora, se lo dije. Yo no quería venir aquí desde un principio.

La mujer se dirigió al gerente de la cafetería y sonrió: Señor, ¿está usted familiarizado con Hernández y Asociados la firma bancaria que esta a dos calles?

Por supuesto que los conozco, respondió el administrador con impaciencia, ellos tienen sus reuniones semanales en una de mis salas de banquetes.

¿Y se gana una buena cantidad de dinero con el suministro de alimentos en estas reuniones semanales? Me presento: Soy Penélope Hernández, presidente y dueña de: Hernández y asociados.

Se sentó a la mesa frente a su invitado a cenar. Ella lo miró fijamente. Juan ¿te acuerdas de mí? El viejo Juan miro su rostro, me resulta familiar su cara.

Mirarme bien Juan. Tal vez me veo más llenita ahora. Pero, cuando tu trabajabas aquí, hace muchos años vine una vez muerta de hambre y frío.

 Hacía frío y casi muerta de hambre, vi este lugar y entre con poca posibilidad de conseguir algo de comer. Juan me recibió con una sonrisa.

Ahora me acuerdo, dijo Juan. Yo estaba detrás del mostrador de servicio. Se acercó y me preguntó si podría trabajar por algo de comer.

Me hiciste el sándwich de carne mas grande que había visto nunca, con una taza de aromático café y me fui a un rincón a disfrutar de mi comida.

Encontré un trabajo esa misma tarde. Trabajé muy duro, y me fui hacia arriba con la ayuda de Dios. Eventual mente empecé mi propio negocio.

Recibirás lo suficiente para que puedas comprar algo de ropa y conseguir un lugar para vivir hasta que te recuperes.

Si alguna vez necesitas algo, mi puerta está siempre abierta para ti Juan.
Hubo lágrimas en los ojos del anciano. ¿Cómo voy a agradecer?

No me des las gracias, respondió la mujer. A Dios darle la gloria. El me trajo a ti.

Lo más importante en este mensaje es la gran oportunidad de agradecer a tiempo.

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