domingo, 6 de marzo de 2011

Leyenda y un sueño

Por: Julio Torres

Cómo pintar la llegada de un alma, a un mundo desconocido pero a la vez, como si fuera su propio mundo, y ahora la tierra ha desaparecido, como si solo hubiera sido una pesadilla.

Ahora es como un despertar en los valles de un astro etéreo, sin atmosfera elemental, donde montañas, flores, vegetación y todo lo demás, esta formado por una exquisita naturaleza.

Todo es de formas luminosas que parecen hombres y mujeres, que lo rodean todo en sagrado grupo, para iniciarles en el misterio de su nueva vida, pero no son dioses, solo son almas.

La maravilla es que su pensamiento íntimo, florece sobre su semblante, la ternura, el amor, el deseo o el temor, irradian a través de aquellos cuerpos translucidos, en tremenda gama de coloraciones luminosas.

Aquí, los cuerpos y rostros ya no son las caretas del alma, ahora parece que el alma es transparente, y surge su forma verdadera, y brilla en plena luz de gran pureza.

Es como encontrar su patria, como si adivinara que se baña en la luz secreta, pero que emana de ella misma, y sonríe enviando esa sonrisa a los seres amados, esa es la luz de la felicidad.

Ahora ya no hay obstáculos, esa alma entregara amor sin reserva, vivirá sin otro limite que su propia capacidad, su propio vuelo, su deseo de libertad para mostrarse tal cual es.

Puede suceder, que sea llamada a la luz de “arriba” al llamamiento de los enviados, de aquellos que se llaman dioses, porque han escapado del círculo de las generaciones.

Es posible que sea conducida por esas inteligencias sublimes, y tratará de deletrear el gran poema del verbo oculto, de comprender lo que pueda distinguir de la sinfonía del universo.

Cuando regresa de esos viajes, escuchara a lo lejos la llamada de las voces amadas, y volverá a caer en las playas doradas de su astro, bajo el velo rosado de un sueño ondulante, lleno de formas blancas, de perfumes y de melodía.

Una vez que he despertado, no puedo evitar pensar en los tiempos de Jesús de Nazaret y recordar su historia y su doctrina, aunque varias iglesias se disputan sus principios.

Jesús predico la doctrina del verbo divino, que ya había enseñado Krishna en la India, por los sacerdotes de Osiris en Egipto, por Orfeo y Pitágoras en Grecia.

Esa doctrina era conocida entre los profetas por el nombre de: “misterio del hijo del hombre y del hijo de Dios” y esta enseñanza fue proclamada por el Cristo, a través de su idiosincrasia personal.

Sintetiza su proclama de amor hacia la humanidad por medio de su mandamiento “amaos los unos a los otros” pero, lamentablemente Jesús el Cristo, el dulcísimo señor del amor, murió.

La luz del cristianismo, alumbra aún los senderos de la humanidad en occidente, y el sermón de la montaña, permanecerá como antorcha internacional y humana.

“Pide y te darán, busca y encontrarás, llama y te abrirán”

Las enseñanzas de los grandes iniciados permanecen a través de la luz cósmica para mostrar el sendero de retorno a los hombres, cerraré este mensaje con lo siguiente:

“Bienaventurados los tristes, porque ellos serán consolados”

No hay comentarios: