viernes, 11 de marzo de 2011

Leyenda y al despertar

Por: Julio Torres

Muchos autores, a lo largo de los años, se han encargado de descubrir las bondades de los salmos y la utilidad que cada uno tiene, en tanto su rezo se lleve a cabo como lo dicta el protocolo.

Esta vez he tomado un fragmento del salmo 5 donde el Rey David dirige sus plegarias matutinas a Dios, pidiéndole que le libre de sus enemigos.

“Atiende a mi gemido, advierte la voz de mi oración, oh rey mío, porque es a ti a quien ruego Yahvé, desde la mañana va mi voz hacia ti, temprano te presento mi oración y aguardo”.

La confianza de David se funda en el testimonio de su conciencia, él no ha tratado mal a sus perseguidores, conforme se entiende en lo escrito a continuación.

“Tu no eres un Dios que se complazca en la maldad, el malvado no habita contigo, ni los impíos permanecen en tu presencia, aborreces a todos los que obran iniquidades”.

“Tú destruyes a todos los que hablan mentira, del hombre sanguinario y doble abomina Yahvé, mas yo, por la abundancia de tu gracia, entraré en tu casa, en tu santo templo me postraré con reverencia, oh Yahvé”.

En el santo templo, los israelitas piadosos asistían a los sacrificios cotidianos en el templo o dirigían al menos su mirada hacia el santuario.

En la siguiente plegaria empieza la súplica propiamente dicha: Antes de pedir justicia contra ellos, el rey pide para él, la rectitud y confía en que Dios lo conduzca por camino llano, frente al peligro que aquellos significan con su perfidia y mal ejemplo.

“A causa de mis enemigos condúceme en tu justicia y allana tu camino delante de mi, porque en su boca no hay sinceridad, su corazón trama insidias, sepulcro abierto es su garganta, y adulan con sus lenguas”

Como el sepulcro abierto es la imagen de la muerte, así los pecados de los impíos son la ruina de otros, ante todo los pecados de la lengua, mentiras calumnias e intrigas.

Ahora el rey David pide la humillación de sus adversarios, no por sentimientos de venganza, sino porque son enemigos de Dios.

“Castígalos, Dios, desbarata sus planes, arrójalos por la multitud de sus crímenes, pues su rebeldía es contra ti, alégrense, empero, los que en ti se refugian, regocíjense para siempre y gocen de tu protección”.

“Gloríense en ti cuantos aman tu nombre, pues tú, Yahvé, bendices al justo, y lo rodeas de tu benevolencia como de un escudo.

El salmo descrito, titulado “oración al despertar”, contiene muchos elementos de suplica y se dice que fue escrito por el mismo David, la noche anterior a una de sus batalla.

Hay quien dice que esa batalla era nada menos contra su hijo que intentaba derrocarlo, de manera que a la fecha, este salmo es utilizado por toda aquella persona que sufre o está por sufrir una agresión sin haberla propiciado.

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