sábado, 12 de marzo de 2011

Leyenda y la rosa

Por: Julio Torres

Es cierto que la cruz representa el sendero que el hombre debe recorrer hasta que surja la rosa, que es el florecimiento de su corazón, ese es el símbolo de la rosa y de la cruz.

Nuestra vida se transforma, ya que la cruz ha significado siempre en ocultismo, al hombre de pie frente al espectáculo magnifico del universo visible, con los brazos abiertos.

Extender los brazos como expresión muda de admiración y adoración, es solo muestra de que entendemos la belleza del universo, nuestro cuerpo forma una cruz.

Es por eso que también es un signo de redención, porque solo el hombre es capaz de redimirse a sí mismo, ante la contemplación de la grandeza y de la belleza universal.

La rosa en el centro de la cruz es para los ocultistas la representación del iniciado, el hombre cuya mente y corazón han florecido en la rosa de fuego, que es eterna.

El objetivo fundamental del conocimiento de la rosa, es lograr penetrar hasta el centro de nuestro corazón por medio de la concentración, para percibir la luz que ahí está ardiendo.

Entender que ahí dentro está con nosotros el creador de todo, que es nuestra íntima y maravillosa realidad intrínseca, que nos hace uno con él mismo.

Cuando conseguimos percibir lo que he descrito, es cuando comprendemos el gran secreto de la vida, porque nos transformamos y nos unificamos en, o con ella.

Pensando con tranquilidad, entendemos que somos parte de la unidad, que es el creador de todo, y ahora con suavidad contemplaremos con calma y serenidad nuestro corazón.

Fijando nuestro pensamiento allí, sin impaciencia, y con absoluta confianza vamos a continuar nuestro esfuerzo sin quebranto, y veremos ese fulgor como el nacimiento de la vida.

Un ejercicio muy satisfactorio, es colocarnos frente a los rayos del sol de vez en cuando, en cualquier momento del día, abrir los brazos y formar con nuestro cuerpo la cruz.

No es por lo tanto casual, que el ser humano haya tomado la cruz como símbolo de nosotros mismos, también como símbolo divino, pues, queda claro que Dios y nosotros somos uno mismo.

Quiero pensar que de ahí derivaron otras, figuras como la estrella de cinco puntas, que al colocarnos con brazos y piernas abiertos, se logra entender cada uno de los cinco picos.

Existen muchas formas de utilizar los rituales con la estrella de cinco puntas pero sin prescindir de la rosa como parte fundamental de dichos rituales, de los cuales en su momento hablaremos ampliamente.

Conforme a la cantidad de literatura que existe en el mercado sobre el tema de la rosa, muchas veces nos perdemos en ejecuciones litúrgicas exageradas y otras veces pobres, pero la magia de la rosa siempre será especial.

En este caso, atenderé solo a la simbología, que nos indica como se lleva a cabo la transmutación de la rosa con la cruz y viceversa, para indicarnos la manera en que Dios está en nosotros y nosotros en el, este es el mejor mensaje.

Recomiendo entonces, siempre tener a mano una rosa, ya que la cruz, somos nosotros mismos, y de esa forma estamos con Dios.

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