jueves, 30 de septiembre de 2010

Leyenda y mi amigo español


Por: Julio Torres.->Subscribe a mi blog, es gratis.

Como expliqué en un reporte anterior, tuve la fortuna de conocer a más de 15 personas  con la facultad de prestar su cuerpo  para que una “entidad” establezca diálogo con nosotros.

Esta vez conocí a otra señora con las características suficientes para sorprender al mejor de los escépticos en asuntos espiritistas o para psicológicos o como se les quiera definir.

Cuando conversamos la primera vez, mi amiga me dice que por medio de ella habla un personaje que le dijeron vivió cerca de su casa paterna y que cuando presentó el fenómeno los familiares lo autentificaron como Diego el español.

Lo sorprendente es que esta señora solo necesitaba un momento de silenció, y después de un minuto quizás, mostraba una especie de temblor facial con duración de 10 a 15 segundos y de inmediato comenzaba a hablar Diego.

La voz era bastante grave, y el acento definitiva mente español, quiero interpretar que se trataba de un hombre con más de 50 años de edad y con un léxico muy aceptable en su charla.

Nunca pronunció palabra alguna que resultara altisonante o incómoda, su lenguaje mostraba una educación muy aceptable, aunque después me enteré que era hombre de campo.

En la primera entrevista nadie más que yo estuvo presente, lo cual me permitió establecer un diálogo bastante interesante ya que en ese tiempo me encontraba escribiendo una novela.

Como la primera plática realmente no tenía idea de que platicar por la sorpresa de la charla, entonces se me ocurrió comentar que estaba dedicando el tiempo en escribir.

Me pidió que leyera alguna parte de lo escrito para juzgar el tema y en todo caso aportar algunas ideas si yo se lo permitía y desde luego que eso me animó en gran medida.

El compromiso estaba hecho y a partir del día siguiente, se estableció una gran amistad entre el y yo, pero ahora debía ver si mi amiga aceptaba.

Cuando ella “despertó” de esa meditación, le comenté lo que conversamos que habíamos tenido el ahora amigo Diego y yo, además del compromiso de la novela y si ella aceptaba ayudarme.

Como ella aceptó, pero con reserva o con cierta duda al respecto, me simplificó las cosas, así que a partir del día siguiente comencé con la autoría compartida para la novela.

Solo para despejar la curiosidad, dicha novela no la he podido publicar por compromisos de trabajo en otros terrenos y me propongo terminarla para el próximo año.

Tampoco garantizo que va a ser una gran novela, solo que en este momento me encuentro revisando lo escrito y poco a poco estoy corrigiendo cada una de las páginas.

Un detalle que me sorprendió es que un día, Diego me dijo que extrañaba el sabor del tequila que tanto disfrutaba en su casa y que me pedía le consiguiera un botella pequeña.

A la siguiente “meditación” coloqué la botella de un cuarto de litro sobre la mesa y unas copas, de tal suerte que me pidió servir dos copas y al decir “salud” me sorprende al tomar la copa completa.

Mostró una satisfacción maravillosa que nunca imaginé y me da las gracias por haberle cumplido el deseo y en seguida me dice: estuve pensando y quiero que te pongas a escribir.

Tomé la máquina de escribir y comenzó a dictarme de una manera tan atinada que no tuve más remedio que escribir y escribir de acuerdo a sus ideas.

Después de una hora, que fue lo que duró esta “meditación”, nos despedimos para vernos tres días después y me explicó que no siempre podríamos reunirnos, que él indicaría el momento.

Al “despertar” mi amiga, mostró un gesto de molestia y hubo que explicar lo que había pedido Diego y ella dijo: sabía que en vida le gustaba mucho el tequila pero nunca me lo pidió.

Le expliqué lo dicho por él en función de la nueva o de las nuevas citas, a lo que ella aceptó solo por conocer lo que se escribía, inclusive a partir de ese momento un personaje lleva su nombre.

Por lo pronto, dejo en suspenso la continuación de las siguientes meditaciones, en tanto recuerdo y doy forma  a las experiencias posteriores que resultaron iguales o más interesantes.

A partir de esta ocasión, la mecánica de las meditaciones cambió para bien, y obtuve muchas  experiencias desde otra perspectiva, que ya explicaré en su momento.

Quiero repetir, solo para dejar bien establecido, que lo escrito y narrado en este reportaje es una vivencia personal y de ninguna manera puedo probar por la confianza depositada por las personas que de esto tuvieron noticia y participaron en estas meditaciones. Gracias.


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