sábado, 4 de septiembre de 2010

Leyenda entre el bien y los defectos

Por: Julio T.

El que calcula lo que cada buena acción puede reportarle tanto en la vida futura como en la terrenal, actúa como egoísta, pero no existe egoísmo al hacer buenas cosas con el fin de acercarse a Dios.

Este es el objetivo más importante a que debe aspirar cada ser humano, tomando en cuenta que la vida corporal solo es una permanencia temporal en la tierra, y que nuestro principal cuidado ha de ser el futuro.

En el intervalo de las encarnaciones, se aprende en una hora lo que costaría varios años aquí en la tierra, se entenderá que no existen conocimientos inútiles, todos contribuyen al progreso, mayor o menor.

El espíritu perfecto debe saberlo todo, la forma de realizarse, el progreso en todos sentidos, todas las ideas adquiridas favorecen el desarrollo del espíritu.

Muchos son los argumentos que se han escrito en función del bien, pero al final siempre salen a flote las críticas que solo ponen de manifiesto los defectos de las personas como si los defectos fueran hechos voluntarios.

Alguna vez se cuestionó que si dos hombres ricos, uno de ellos nacido en la opulencia, y nunca conoció la necesidad, y el otro debe su fortuna al trabajo, y ambos la utilizan solo para su satisfacción personal.

El interlocutor pregunta, ¿Cuál es más culpable?,

El que ha conocido el sufrimiento, ya sabe lo que es sufrir, conoce el dolor que no alivia, aunque muchas veces no los recuerde.

Y el que acumula dinero cada día más y más pero sin hacer bien a nadie, pregunta el interlocutor: ¿Tiene valor su excusa, en la idea de que produce dinero para legar más a sus herederos?

Eso me parece una mala conciencia, de los dos avaros, si uno se priva de lo necesario y muere de hambre junto a su tesoro y el otro solo es avaro con respecto a los demás, pero es pródigo para si mismo, nada le cuesta satisfacer sus gustos y pasiones.

¿Cual de los dos será más culpable? El que disfruta de sus goces, es más egoísta que avaro, y el otro, ha encontrado ya parte de su castigo.

Estudiar los defectos de las personas solo es reprochable si se hace para criticarlos y mucho más si se divulgan, en ese acto de divulgar, la culpa se incrementa, porque es como faltar a la caridad.

Es necesario recordar que la indulgencia para con todos los defectos ajenos es una de las virtudes entendidas en la caridad, antes de reprochar a otros sus imperfecciones, es prudente colocarnos frente a un espejo.

Si censuran al avaro, sean generosos, contra el orgullo, la humildad y la modestia, contra la dureza, la amabilidad, no escatimar en las acciones, ¿recuerdan? “ve la paja en el ojo ajeno”.

Hay quien escribe solo para criticar con el fin de producir escándalo, disfruta con ello al presentar cuadros de mal ejemplo que se convierten en muy buenos ingresos y así se justifican.

Pero eso no siempre es útil,, escribir cosas buenas es cuestión de conciencia, quizás cueste el mismo trabajo hablar bien de algún personaje que criticarlo con mala intención.

Algunos autores han escrito obras muy bellas que favorecen el progreso de la humanidad, la moral sin acciones, es como la semilla sin trabajo.

Para saber si se actúa mal o bien, habrá que tener conciencia del bien o mal que se practique, pesando todas sus acciones en la ley de justicia y de amor a la caridad.

El bien y los defectos van de la mano de la caridad y de las buenas costumbres, es muy sencillo caer en malas tendencias, que nos envanecen y retrasan el camino de la superación ante las leyes divinas.

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