domingo, 12 de septiembre de 2010

Leyenda y locuras del suicidio

Por: Julio T.

Nada justifica el quitarse la vida para eludir los problemas o lo que reconsideramos como solución a los problemas, mucho menos hacerlo con la esperanza de obtener una vida mejor

El mejor consejo es el hacer bien las cosas, como el buscar hacer el bien a nuestros semejantes y la solución a nuestros problemas llegará en cualquier momento.

Porque puede tratarse de una prueba prevista desde el argumento de nuestra vida y que tratar de eludirla solo causaría un retroceso en el proyecto para el proyecto divino al cual nos integraron.

Cuando se busca justificar el sacrificio de la vida para salvar la de otro, indudablemente que es sublime la intención y eso no es un suicidio, pero, dios se opone a un sacrificio inútil
.
El sacrificio sólo es meritorio cuando es desinteresado y hacerlo, puede tener una segunda intención que lo denigra ante la vista de Dios.

Cualquier sacrificio que se hace a expensas de la dicha propia es un acto meritorio a los ojos de Dios, porque es la práctica de la caridad, no debemos olvidar que la vida es el bien más preciado.

Quien renuncia a la vida por el bien de todos no comete un atentado, es un sacrificio, solo que antes de realizarlo, debe reflexionar que es más útil, su vida o su muerte.

Al escribir lo anterior, no puedo evitar valorar lo ocurrido hace casi 200 años con el sacrificio de Miguel Hidalgo que ejemplifica puntualmente lo escrito, su preparación espiritual jugó un papel muy importante al adherirse al movimiento.

Para exaltar un poco más ese papel de Miguel Hidalgo, en el otro extremo se encuentra quien muere a causa de las pasiones que sabe que su fin se apresura y no puede resistirse.

El hombre cuando es presa de las pasiones, que no son otra cosa que sus verdaderas necesidades físicas, sí comete suicidio, aunque se pueda calificar de suicidio moral.

En este caso, el hombre es doblemente culpable, primero por su falta de valor para dominar sus vicios y pasiones, por lo tanto es más culpable que el que se quita la vida por falta de esperanza.

Quien se encuentra encerrado en sus vicios y pasiones, tiene tiempo para pensar en su suicidio y el que lo hace repentinamente es una especie de extravío o locura.

De alguna manera funciona el juicio divino, debo admitir que es difícil entenderlo, pero es un hecho que las penas son proporcionales a la conciencia que cada uno tiene de las faltas cometidas.

También existe culpa cuando se tiene ante sí una muerte inevitable y que se busca evitar momentos de sufrimiento a cualquier precio, vamos a ver el porqué.

La culpa existe solo por el no esperar el término marcado por Dios, debe haber una respuesta desde luego sobre el porqué no llega el final, pero creo que es parte de la vida misma.

Surge entonces una pregunta, ¿Qué pasa cuando esperamos a última hora una ayuda inesperada? Siempre será más positivo asumir una resignación a la voluntad divina, paciencia para entender.

En pleno siglo encontramos lugares donde las mujeres se queman por voluntad junto a su marido y es muy fácil calificarlo como un suicidio pero esas actos obedecen a un prejuicio.

Creen cumplir con un deber, por lo tanto no contiene el carácter de suicidio, la excusa es la ignorancia y la nulidad moral de las mujeres de esas culturas, algún día desaparecerá esa barbarie.

Las locuras cometidas a causa del suicidio siempre serán censurables ya que no debemos atentar contra el proyecto divino, Dios no puede recompensar un acto de cobardía.

Desde luego que es un insulto dudar de la providencia de Dios, y lo que es claro es que tengamos o no un argumento de vida, habremos de seguirlo con valor y con verdad a toda prueba.

Siempre existe un mañana, siempre aparece la luz cada día, siempre encontraremos la solución a todos los problemas por oscuros que se presenten.

Solucionar problemas es objetivo divino, para la conservar la vida por generaciones.

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