domingo, 5 de septiembre de 2010

Leyenda y el suicidio

Por: Julio T.

El suicidio se describe como el hastío de la vida que se apodera de la debilidad de algunas personas, pero estudios a profundidad establecen que se trata de una enfermedad mental.

Para el que utiliza sus facultades con un fin útil y según sus aptitudes naturales, el trabajo no tiene nada de árido, y la vida pasa más rápido, soporta las pruebas de su existencia con paciencia, sabe de la felicidad que le espera.

Pero el hombre no tiene ningún derecho a disponer de su propia vida, solo Dios tiene ese derecho, el suicidio viola la ley divina, solo el que está mal de sus facultades mentales no sabe lo que hace.

Insensatos quienes se suicidan por hastío de la vida, que quieren librarse de las miserias y desengaños de este mundo, porque no trabajan, así no se les hace pesada la vida.

Pobres espíritus que no tienen valor para soportar las miserias de la vida, Dios ayuda a los que sufren, y no a los que no tienen fuerza ni valor.

Las aflicciones de la vida son pruebas o expiaciones, dichosos los que las soportan sin quejarse, porque serán compensados.

Desgraciados, por lo contrario los que esperan su salvación de lo que, en su impiedad, llaman la casualidad o la fortuna.

Esa casualidad o fortuna, pueden en realidad, favorecer por un momento, pero solo para hacerles sentir más tarde y más cruelmente lo frívolo de sus palabras.

Quien induce a una persona al suicidio sufrirá las consecuencias, porque habrá de responder de esto como de un asesinato, hay quien lucha contra la necesidad y se deja morir por decepción, acumula su culpa.

Los que causan su necesidad, o que podrían remediarla, tienen más culpa que él y éste encontrará indulgencia, sin embargo, no será absuelto por completo si ha carecido de firmeza y constancia.

Si no ha hecho uso de toda su inteligencia para salir del problema, infeliz de el sobre todo, si su esperanza nace del orgullo, si es de las personas en quienes el orgullo paraliza los recursos de la inteligencia.

Su humillación en deber la existencia al trabajo de sus manos, y que prefiere morirse de hambre antes de descender de lo que llaman su posición social.

¿No es cien veces más digno luchar contra la adversidad, y desafiar la crítica de un mundo superfluo y egoísta, que solo tiene buena voluntad a aquellos a quienes nada les falta?

Cuantas veces se vuelve la espalda en cuanto necesitan algo, sacrificar su vida por considerar a este mundo como una tontería, no vale la pena,

El suicidio no borra la culpa, al contrario, la incrementa, pues agrega otra mala acción, cuando se ha tenido el valor de hacer el mal, es necesario tenerlo para sufrir las consecuencias, Dios Juzga.

¿Cuándo el suicidio es para impedir que la vergüenza recaiga en los hijos o en la familia, será excusable?

Quien actúa así, no procede bien, pero él cree que si, Dios se lo toma en cuenta, porque es una expiación que él mismo se impone, atenúa con la intención su falta, pero no deja de cometerla.

Lo mejor será prohibir los abusos de la sociedad y sus prejuicios y solo así no se repetirán más suicidios de este tipo.

Quien se quita la vida para no afrontar la vergüenza de una mala acción, prueba que valora más la estimación de los hombres que la de Dios, porque va a entrar en la vida espiritual cargado de iniquidades.

Se privará de los medios de repararlas durante la vida, Dios es a menudo menos inexorable que los hombres, perdona al que sinceramente te arrepiente y toma en cuenta la reparación.

El tema que nos ocupa es largo, de manera que lo he dividido en dos partes para poder tocar cada uno de los puntos de manera puntual.

Así que los espero en la siguiente oportunidad, que trataremos el punto de quien se quita la vida con la esperanza de tener más pronto una mejor.

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