martes, 10 de agosto de 2010

Leyenda y la libertad natural

Por Julio T.

La única condición en que el hombre podría gozar de completa libertad es en el desierto, viviendo como ermitaño, vale la pena reflexionar.

Desde el momento en que se reunen dos o más hombres, surgen derechos que respetar, por lo tanto la libertad completa en ese momento desaparece.

Pareciera que la obligación de respetar los derechos ajenos, quitara al hombre el derecho a pertenecer a si mismo, pero eso no ocurre, porque es un derecho que procede de la naturaleza.

Las opiniones liberales de algunos hombres tienen la inteligencia de la ley natural, pero muchas veces está neutralizada por el orgullo y el egoísmo y surge el despotismo que ejercen con todos.

Muchas veces comprenden lo que debe ser, cuando sus principios no son una comedia hecha por interés, pero no lo llevan a cabo.

Mientras más inteligente es un hombre para comprender un principio, menos excusable es de no aplicárselo a si mismo, el hombre sencillo y sincero, avanza por el camino correcto, y no como el que quiere parecer lo que no es, y eso lo puede conducir a una esclavitud.

Hay quienes afirman que existen hombres que están condenados por la naturaleza a ser propiedad de otros, pero cualquier sujeción total de un hombre es contraria a la ley de Dios.

La esclavitud es un abuso de la fuerza, que desaparece con el progreso, y así desaparecerán poco a poco todos los abusos cometidos de los que quieren parecer lo que no son.

Las leyes humanas que permiten la esclavitud desde luego que son contrarias a la naturaleza, ya que equiparan al hombre con los animales y lo degradan moral y físicamente.

El mal siempre es mal, y todos los sofismas no lograrán que una mala acción se convierta en buena, pero la responsabilidad del mal es relativa a los medios que se tienen para comprender lo.

El que saca provecho de la ley de esclavitud es siempre culpable de una violación de la ley natural, pero en esto, como en todo, la culpa es relativa.

Cuando la esclavitud ha llegado a ser costumbre en algunos pueblos, el hombre ha podido aprovechar de buena fe, una cosa que parecía natural, pero el Cristianismo le ha hecho entender que el esclavo es un igual ante Dios.

La natural desigualdad de aptitudes muchas veces pone a ciertas razas humanas bajo la dependencia de otras más inteligentes, pero eso solo es para ilustrarlas y no para embrutecer como servidumbre.

Los hombres han considerado durante mucho tiempo, a algunas razas humanas como animales de trabajo, dotadas de brazos y manos, a quienes tienen derecho a vender como bestias de carga.

Quienes se consideran de mejor sangre son unos insensatos que solo ven la materia, negándose a entender que no es la sangre la más o menos pura, sino que es el espíritu.

Existen hombres que tratan a sus esclavos con humanidad, y que no permiten que les falte algo, porque creen que la libertad los expondría a mayores privaciones.

De ellos se puede decir que comprenden mejor sus intereses, porque también cuidan de sus animales, para venderlos a mejor precio.

Pero solo podemos calificarlos de “no tan culpables” como los que si maltratan a sus esclavos, pero no dejan de disponer de ellos como de una mercancía, privándoles del derecho de pertenecer a sí mismos.

Es por eso que existe la libertad de pensar, mediante el pensamiento, el hombre disfruta de libertad sin límites, ya que no reconoce trabas, puede contenerse su manifestación, pero no suprimirlo.

El hombre es responsable de su pensamiento ante Dios, y como solo él puede conocerlo, lo condena o lo absuelve según su justicia.

Es por eso que se afirma que solo el pensamiento es libre, porque esa libertad es un derecho divino, es la conexión más exacta y precisa con Dios, por lo tanto, es la mejor.

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