domingo, 22 de agosto de 2010

Leyenda y el porvenir oculto

Por: Julio T

Lo desconocido es siempre motivo de fascinación y es por eso que me he propuesto hablar un poco en este reportaje de lo que he encontrado en esa materia y lo hago extensivo a ustedes, espero sea de su agrado.

Se dice que en principio el futuro está oculto para nosotros y que solo en casos raros y excepcionales Dios permite su revelación, pero yo quiero saber porqué.

Si el hombre conociera el futuro, descuidaría el presente y no actuaría con la misma libertad, porque lo dominaría la idea de que si una cosa tiene que suceder, no debe ocuparse de ella, o procuraría estorbarla.

Dios no ha querido que así sea, el caso es que cada quien contribuya a la realización de las cosas, incluso de aquellas a las que quiera oponerse.

La magia es que cada uno de nosotros preparamos a menudo, y sin sospecharlo, los acontecimientos que tendrán lugar durante el transcurso de nuestra vida.

En ciertos casos, Dios permite el conocimiento anticipado, pero solo cuando debe facilitar en lugar de estorbar el éxito de algo, induciendo a actuar de manera distinta y quizás como prevención.

También puede tratarse de una prueba, la perspectiva de un evento puede sugerir pensamientos más o menos buenos.

Si alguna persona debe saber, por ejemplo, que recibirá una herencia con que no contaba, podrá ser invadido por el sentimiento de codicia, y por el placer de aumentar sus goces terrenales.

Puede hasta anhelar la muerte de aquel que ha de legar la fortuna, por el deseo de poseer lo más pronto posible aquello que ha deseado poseer quizás sin merecerlo.

También puede ocurrir que semejante perspectiva le despierte buenos sentimientos y pensamientos generosos, que quizás eso sería lo más deseable, por el bien de la persona agraciada.

¿Si la predicción no se cumple? , seguro que se trata de otra prueba, la del modo cómo sobrellevar el desengaño, pero no dejará por eso de tener mérito o demérito de los pensamientos buenos o malos propiciados.

Surge la pregunta, ¿Cuál es entonces la necesidad de esa prueba, pues con respecto a esa persona, nada puede enseñarle a Dios que no sepa?, Dios lo sabe todo, sabe si sucumbirá o no a una prueba.

¿Valdría la pena preguntar por qué Dios no ha creado al hombre perfecto y completo?, ¿ Por qué el hombre pasa por la infancia antes de ser adulto?

El objeto de la prueba no es la de instruir a Dios sobre tal o cual persona, sino el dejarle toda la responsabilidad de su acción a esa persona, ya que es libre de ejecutarla o no ejecutarla.

Se trata de que toda persona pueda elegir entre el bien y el mal, la prueba produce el efecto de ponerla en la lucha contra la tentación del mal, dejándole todo el mérito de la resistencia.

Aunque Dios sepa muy bien de antemano si la persona triunfará o no, en su justicia no puede ni castigarlo, ni compensarlo por un acto que aún no realiza.

Sucede igual entre los hombres, por capaz que sea un aspirante, cualquiera que sea la certeza que se tenga de que triunfará, no se le confiere grado alguno sin examen, es decir, sin prueba.

De la misma manera el juez no condena al acusado sino en virtud de un hecho consumado, y no por previsión de que puede o debe ejecutarlo.

Mientras más se reflexiona sobre las consecuencias que resultarían para el hombre del conocimiento del futuro, más se comprende la sabiduría de la providencia en ocultarlo.

La certeza de un evento feliz lo sumiría en la inacción, y en un evento inverso sería infeliz y en ambos casos quedarían paralizadas sus fuerzas.

Ese es el argumento por el cual el futuro no es revelado a las personas, deben entender que todo lo deben alcanzar con su esfuerzo, pero siempre ignorando la serie de peripecias por las que ha de pasar para lograrlo.

El conocer todos los accidentes del camino les privaría de iniciativa y del uso del libre albedrío, y se deslizarían por la pendiente fatal de los sucesos, sin ejercer sus facultades.

Si el hombre conociera el futuro, descuidaría el presente.

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