jueves, 19 de agosto de 2010

Leyenda y el resto de la fatalidad

Por: julio T.

Los hombres que desafían los peligros en los combates, convencidos de que aún no ha llegado su hora, parece que tiene un fundamento por medio del presentimiento o una creencia.

El hombre tiende a presentir su muerte, de acuerdo a experiencias escritas y recabadas, pero también puede presentir que no morirá aún, pero ese presentir, procede de sus espíritus protectores.

Los espíritus protectores siempre están atentos a todo evento por venir, esa es parte de la encomienda y ni dudar que quieren avisarle que esté preparado para partir.

Fortalecen su ánimo en los momentos en que más lo necesita, puede surgir también de la intuición que tiene de la existencia que ha elegido o de la misión que aceptó y que sabe que debe cumplir.

Hay quienes presienten su muerte, es el hombre y no el espíritu quien teme a la muerte y el que la presiente piensa más como espíritu que como hombre, comprende su liberación y espera tranquilo.

Me pregunto si la muerte no puede ser evitada, ¿sucederá lo mismo con los accidentes que tenemos durante el transcurso de la vida?

La respuesta que encontré fue que con frecuencia son cosas muy pequeñas para que podamos prevenirlas y evitarlas en ocasiones, lo que pasa es que nos disgusta el sufrimiento material.

Esas cosas importan poco a la vida que se ha elegido, la fatalidad solo consiste en la hora en que debemos aparecer y desaparecer de la tierra.

Hay cosas que deben suceder por fuerza, pero en estado de espíritu, las vieron y presintieron cuando hicieron su elección, sin embargo, que no se piense que todo lo que sucede está escrito, como se dice.

Un evento es a menudo consecuencia de una cosa que han hecho por un acto de su libre voluntad, de modo que, si no lo hubieran hecho, el evento no hubiera tenido lugar.

Lastimarse un dedo es solo consecuencia de una imprudencia de la materia, solo los grandes dolores y eventos importantes que pueden influir en la moral, están previstos por Dios, porque son útiles para nuestra evolución.

El hombre puede, mediante su voluntad, lograr que algunas cosas que debían suceder, no sucedan y viceversa, pero solo si esa desviación aparente puede entrar en la vida que ha elegido.

Para hacer el bien, como debe ser, y como este es el único objeto de la vida, puede impedir el mal, sobre todo aquel que podría causar un mal mayor.

Un ser humano que elige una vida de lucha, corre el riesgo de matar a uno de sus semejantes, pero ignora si lo hará, casi siempre delibera antes de cometer el crimen, y aquel que delibera sobre algo es siempre libre de hacerlo o no hacerlo.

Si el espíritu supiera desde antes que, como hombre, deberá cometer un asesinato, sería porque estaba predestinado para ello.

Es bueno saber entonces, que nadie está predestinado para un crimen, y que todo crimen o cualquier otro acto es siempre resultado de la voluntad y del libre albedrío.

Por otra parte, siempre se confunden dos cosas muy diferentes: los eventos materiales de la vida y los actos de la vida moral.

Si existiera la fatalidad en ocasiones, sería con respecto a aquellos eventos materiales cuya causa está fuera de nosotros y que son independientes de nuestra voluntad.

En cuanto a los actos de la vida moral, siempre son realizados por el hombre que tiene la libertad de elegir, con respecto a estos actos, nunca existe la fatalidad.

Existen individuos a quienes nada les sale bien y a quienes parece que persigue un genio malo en todo lo que hacen, ¿Será acaso esto lo que se puede llamar fatalidad?

Lo trataremos en la siguiente entrega, gracias.

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