jueves, 24 de junio de 2010

Leyenda o verdad de los espíritus

Por: H. Alcalá

Comunicarse con personas que ya no están en este mundo, verdad o leyenda, trataré de hacer un análisis de este fenómeno tan utilizado y cuestionado.

Mucho se ha escrito en función de la posibilidad de comunicarse con personas que ya no se encuentran en vida como la conocemos y que el tiempo ha bautizado como espíritus o entidades espirituales.

La voz que se aprecia cuando se consigue comunicar con espíritus o entidades espirituales, debo afirmar que es una realidad, pero confieso que al principio como todo buen escéptico, me resistía a dar crédito a lo que escuchaba.

Siempre se ha manifestado, que el comunicarse con espíritus es un hecho cotidiano, para personas que poseen la capacidad de lograrlo, tal parece que es un asunto destinado a muy pocos seres humanos y de determinadas características.

En algunos libros religiosos de plano prohibe no solo esa práctica, sino que lo consideran como un acto satánico, sin embargo, en todos los tiempos se ha practicado comunicarse con espíritus.

Muchos gobernantes a nivel mundial, se tiene noticia de que su mandato ha estado supeditado a las indicaciones recibidas por espíritus o entidades que les han dictado cada uno de sus movimientos y estrategias.

Me consta cómo una persona que inició un negocio, gustaba de consultar hasta el más mínimo detalle con los espíritus y el éxito en su negocio resultaba ser la envidia de sus competidores.

Desde luego que muchas veces ocurre que quien habla no es quien dice ser, pero si acudimos al principio de que como es arriba es abajo, se puede entender el fenómeno, cuantas veces hemos sido engañados por personas que dicen ser lo que no es.

Las reuniones para participar en estas sesiones para comunicarse con espíritus, general mente las conocemos como meditaciones, y en esas meditaciones como usualmente acuden varias personas, cada una de ellas pregunta lo que desea saber.

Una experiencia muy notable me tocó vivir en función de que una mujer, esposa de un amigo y compañero de trabajo, con tal sencillez lograba comunicarse con el espíritu que cohabitaba con ella que me sorprendía cada día más.

Muchas veces, sin que mediara situación especial, simplemente me decía: Quiere hablar contigo ahora, darme un minuto, omito el nombre por razones de seguridad, y al cabo de ese minuto comenzaba a hablar es persona.

La voz cambiaba notable mente, las actitudes y ella se mantenía con los ojos cerrados durante toda la plática y cuando me indicaba lo que deseaba comunicarme, simplemente se despedía y en un minuto más mi amiga “despertaba”.Hasta aquí narro por ahora.

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