sábado, 30 de abril de 2011

Leyenda y las monarquías

Por: Julio Torres

Resultó sumamente interesante la boda del siglo en Inglaterra, y en el mundo puede haber distintas opiniones pero el evento deja muchas experiencias y muchas enseñanzas.

Pareciera un cuento de hadas en pleno siglo veintiuno, un príncipe contrae matrimonio con una plebeya, y lo maravilloso es que el pueblo no pierde detalle de la ceremonia.

Por fortuna comienza el siglo de la comunicación y la oportunidad de disfrutar el evento por el medio televisivo, cumple con las expectativas de millones de personas.

La organización resulta singular, con la participación espontánea de millones de personas, simplemente me sugiere que demos un vistazo a la vida cotidiana en el resto del mundo.

No podemos minimizar el acontecimiento en caso de no estar de acuerdo, pues, debemos recordar que la historia se escribe cada día y la cenicienta cumplió su sueño.

No cabe la menor duda,  millones de mujeres en el mundo con gusto calzarían los zapatos de la nueva princesa, pero la sensatez dicta que a ella le tocó la fortuna de vivir ese gran día.

Algunos comentarios de gente cercana e inclusive profesionales de los medios, se atrevieron a descalificar la boda, pero, creo que  se vale soñar, ya que ese también es un alimento del alma.

Cuantas veces hemos soñado en ser poderosos, y quizás no es necesario pensar en dinero, sino el sueño de vivir una ceremonia así de fastuosa y que nos otorguen esos privilegios.

En los días posteriores a la boda no he podido dejar de lado el pensar en esa interrogante anotada al principio, ¿Será entonces que la organización social de la Nueva España muy en el fondo sigue vigente?

Doscientos años han transcurrido y seguimos intentando construir un país democrático sin lograrlo en realidad, pasan los años y los presidentes en turno parecieran reyes o virreyes.

A partir del año 2000 es cuando se abren  conductos de democracia verdadera, los medios periodísticos  parecen estar más libres que en años anteriores.

Queda claro que me refiero solo a mi querido México, no he querido referirme al resto de Latino América, cada país tiene su propio concepto de democracia.

Al parlamento mexicano le está costando mucho trabajo abrir los espacios necesarios  para la participación ciudadana, y no es cosa fácil desde luego, son muchos años del poder cupular.

También en México se ha intentado establecer una monarquía, esto ocurre en el siglo diez y nueve, pero en realidad el pueblo no estaba preparado para rendirle tributo a un emperador.

Luego se instituyó una especie de monarquía por medio del poder absoluto del presidente de la republica, y el pueblo lo asimiló durante muchos años y parecía que todo estaba bien.

Pero entonces fueron surgiendo principados muy costosos y con un tremendo poder, bautizados como sindicatos, que poco a poco fueron cerrando la producción de riqueza.

A la fecha se ha ejercido un tímido control a los sindicatos, pero  en algunos casos el resultado es nada satisfactorio, estimo que se requieren por lo menos 20 años más para modificar la vida nacional.

Por fortuna la juventud actual está respondiendo de maravilla, muchos son los asuntos que ya ha resuelto y no dudo que las grandes soluciones se desprendan en los próximos años.

Mi recomendación no solo para la juventud, sino para todos, es detenernos un poco en la fantasía y así como disfrutamos una boda real en este siglo, no estaría del todo mal, volver a leer las leyendas de la Inglaterra de mil años atrás.

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