lunes, 24 de enero de 2011

Leyenda y el efecto de la causa

Por: Julio Torres

La fe, la esperanza y la caridad sigue siendo el gran proyecto humano para el manejo de las emociones y el mayor error es el hacer a un lado el corazón al tomar decisiones.

La fe, es el punto fundamental para dar rienda suelta a los ideales que al final de cuentas es el motor fundamental de toda acción tomada por el ser humano.

Pero la esperanza en realizar todo aquello que ha estructurado en su mente solo será posible mediante la construcción adecuada de la idea, con la única condición que lo mueva el beneficio de la sociedad.

Porque todo aquello que se realiza por el bien de la humanidad sin duda que siempre estará bien calificado por el creador de todo, por lo que se ajusta a su proyecto divino.

Tener fe en los ideales es tan simple como lo es el creer en todo aquello que nos dicta el corazón, pues aseguro que aquello que emana del corazón, no puede estar equivocado.

Es posible que de la manera que entendemos lo que emane del corazón, nunca se presentará la abdicación de las ideas, que equivale a no rendirse nunca por infranqueables que sean los obstáculos.

Muchas veces los enemigos con piel de oveja, tratan de confundirnos con todo tipo de ideas aunque traten de convencernos con el título de bondad que ocurre con mucha facilidad.

La bondad es un recurso que mucha gente utiliza para tratar confundir al más experimentado y es claro que no siempre es utilizado ese recurso de manera lícita.

Siempre que me encuentro en situaciones comprometidas o delicadas, acudo a la oración de la montaña: “pide y te darán, llama y te abrirán, busca y encontrarás”.

Siempre me he preguntado como es que acudiendo a buscar, pedir y tocar la puerta adecuada, es que todo lo que deseo se cumple en el momento en que más lo necesito.

¿Será acaso solo un asunto de fe?, no lo se, pero afirmo que cada vez que acudo a esta fórmula parece que el milagro sucede, y no hablo de mucho tiempo, sucedió casi ayer.

Un asunto un tanto difícil de resolver se presentó casi al final del año pasado, y debo admitir que durante muchos días pensé que la solución estaba muy lejana y a veces imposible.

Recordé entonces una mecánica aprendida hace algunos años, que propone escribir en una tarjeta el problema a resolver y por el reverso, anotar la oración de la montaña.

La instrucción dice que por lo menos 15 minutos antes de dormir y 15 minutos al despertar, debemos leer con mucha fe uno y otro lado de la tarjeta “mágica” durante un mes.

A eso se le llama el milagro del mes, y no necesariamente se produce el milagro de obtener lo que se solicita, sino que, el milagro comienza cuando modificamos la solicitud con la gramática adecuada para hacerla más concreta o específica.

Desde luego que si se han cometido faltas delicadas o dolosas con personas cercanas o lejanas, lo más seguro es que no se cumpla la solicitud.

Debemos recordar que “toda causa tiene un efecto y todo efecto tiene una causa” porque de otro modo la vida se cobra, todo en esta vida se paga de alguna manera.

Lo más importante considero, es tratar de evitar que un efecto derive de una causa poco noble, por tanto afirmo: debemos tener fe en nuestros ideales.

Con la esperanza en realizarlos con la firmeza y prestancia que cada ideal necesita, para ser efectivo y completo conforme a su estructura.

Pero nunca olvidar que todo, absolutamente todo, debe estructurarse por y para el bien de la humanidad y no dude que su fe, será recompensada por su causa y efecto.

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