domingo, 30 de enero de 2011

Leyenda y el destino

Por: Julio Torres
Recuerdo que desde muy chico me preguntaba ¿Cuál sería mi destino? Y desde luego que nunca pude recoger una respuesta concreta, el mundo me parecía muy grande.
A mis 8 años de edad hubo que cambiar de domicilio por la perdida de mi padre que nunca conocí, pues me dicen que murió cuando mi edad era de unos cuantos meses.
El hermano mayor y mi madre con artificios que desconozco lograron realizar el viaje a la gran ciudad en busca de una esperanza de vida que  no teníamos hasta entonces.
Nuestra vida en la gran ciudad se desenvolvió de manera natural con los sacrificios naturales por la falta de un capital económico, pero había un gran capital intelectual que se fue manifestando paulatinamente.
Por ser el menor de la familia de siete hermanos muchas veces me enfrente a la problemática de decidir como sería la vida que me esperaba a la vuelta de la esquina.
Sin saber como, se fue tejiendo cada uno de los acontecimientos que me colocaron en lugares de privilegio y sin saber tampoco como o porqué las cosas cambiaban sin remedio.
Cambié de actividad de manera involuntaria, sin entender o sin tratar de entender que era lo que pasaba porqué sin desearlo había que cambiar de actividad.
Quizás una voz interior me ordenaba esos cambios y nunca encontraba la manera de resistir a esas órdenes y muchas veces con cierto disgusto las acepté sin conceder.
En una determinada fecha, mi vida cambio radicalmente cuando apenas llegaba a la segunda década, y me entregue a esa nueva actividad con todo el amor y entrega requeridos.
Luego en la siguiente década hubo que resistir un nuevo cambio, un comenzar de nuevo que por fortuna se pudo resolver de manera aceptable.
Como si fueran ciclos perfectamente elaborados, viene la siguiente década y nuevamente hubo necesidad de cambiar de actividad y totalmente contraria a lo conocido.
Fue entonces cuando por accidente tuve contacto con muchas personas que me integraron en su grupo que practicaba meditaciones espiritistas y las respuestas fueron llegando una a una.
Hasta que un día, me fue revelado el nombre de la persona que había fallecido en una fecha muy especial en mi vida, y se me dijo que esa persona ahora esta protegiendo mi vida.
Entonces entendí el concepto protector, o sea el encargado de proteger cada uno de mis pasos, lo cual me condujo a investigar sobre la vida y costumbres de ese protector.
Conocí inclusive, a una buena cantidad de amigos de mi protector y desde luego que nada comenté al respecto, claro, por el temor a caer en problemas de incredulidad.
Ahora comprendía actitudes que de ninguna manera eran habituales en mi, sin embargo, al entenderlas pude encausar mi vida de manera distinta y más efectiva.
Es por eso que al hablar del destino, me temo que mucho tiene que ver el trabajo ejercido por ese protector y ahora entiendo todos aquellos mensajes que antes desechaba.
Creo con firmeza que mucho tiene que ver aquello que bautizamos como intuición, ahora comprendo que pueden ser los mensajes recibidos por un medio no conocido, pero muy efectivo.
Vale la pena hacer un poco de espacio entre las actividades cotidianas para escuchar a ese protector que muchos conocen como el ángel de la guarda, y de esa forma ayudar al destino para encontrar la felicidad.

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