miércoles, 29 de diciembre de 2010

Leyenda y felicidad post vida

Por: Julio Torres

¿En que consiste la felicidad después de la muerte, cuando dicen que vamos al cielo?

Creo que esa es una buena pregunta y que en verdad nunca se me hubiera ocurrido hacerla, pero eso motivó que buscara en algunos textos muy variados y me gustó el siguiente.

Dice el autor que no se experimenta odio, ni celos, la envidia y la ambición están ausentes lo mismo que todas las pasiones que nos mantienen agobiados casi en toda nuestra existencia en la vida como la conocemos.

Parece que el amor que une a quienes cruzan el portón de la vida es algo que origina una  felicidad suprema, desde luego la explicación es muy amplia, se parece a la descripción del aroma de la rosa, cada uno de nosotros lo explica a su manera.

Dice que no se experimentan necesidades, sufrimientos o angustias como se sufren en la vida material y que cuando tienen la oportunidad de hacer el bien, experimentan gran felicidad.

Pero, ¿Qué pasa con los que no son tan “buenos”, serán infelices?, una forma de definirlos me dicen que son los malos y los perfectos en los extremos de la descripción.

Que existen una infinidad de grados entre los buenos y los perfectos por lo que los goces entre todos son relativos al estado moral, y que los que están bastante adelantados, comprenden la felicidad de los que han llegado antes que ellos.

Comprenden que de ellos depende ser felices, conforme desarrollan el trabajo que les es asignado con la tranquilidad de una buena conciencia.

Parece quedar claro que el poder satisfacer los goces, es tormento solo en el concepto de vida que conocemos, la carencia de necesidades materiales se queda aquí y no existe allá.

Aquella alegoría de que los espíritus buenos se reúnen en el seno de Dios cantando sus alabanzas, solo muestra la idea que se tiene de la perfección en esta vida.

Pero, ¿Que pasa con quienes no alcanzaron buena calificación al llegar a ese otro plano?

Se puede resumir en la siguiente forma, hay quienes envidian todo lo que les falta para ser felices, sin poder obtenerlo en esta vida, pues lo mismo ocurre en el otro plano, ven las cosas maravillosas pero ahora no la pueden alcanzar.

Pesar, celos, rabia, desesperación, remordimientos ansiedad moral indefinibles, desear todos los goces sin poder satisfacerlos, lo cual se transforma en tormento, aquí y allá.

Se cumple entonces el principio de “como es arriba, es abajo”, parece que no hay diferencia entre esta vida y la que nos espera al final.

Para cerrar este reporte transcribo un texto que me parece muy descriptivo;

El hombre se forma, según la capacidad de su inteligencia, una idea más o menos elevada de las penas y goces del alma después de la muerte.

Mientras más se desarrolla, más se depura y se desmaterializa aquella idea, comprende las cosas desde un punto de vista más racional, y deja de tomar literalmente las imágenes del lenguaje figurado.

El alma es un ser espiritual por completo, por lo mismo, no puede ser afectada por las impresiones que solo actúan en la materia.

Pero no se entiende por esto que esté exenta de sufrimiento, ni que no reciba castigo por sus faltas.

Por lo anterior concluyo que la felicidad aquí o allá sigue siendo un asunto totalmente ligado a nuestro libre albedrío, como alguna vez alguien lo dijo “cada uno de nosotros es el arquitecto de su propio destino” hoy y para siempre.

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