martes, 6 de julio de 2010

Leyenda y la experiencia espirita

Por Julio T.

Una experiencia espiritista es siempre interesante pero increíble en principio, por lo desconocido y la información tendenciosa que de ello se maneja.

Un principio del conocimiento universal dice que “como es arriba es abajo” y que mejor que este concepto para analizar a conciencia de lo que trata el espiritismo, así que el arriba será el de los espíritus y el abajo nosotros.

Hecha esta aclaración, nos ubicaremos en el lugar correspondiente, ellos allá arriba y nosotros acá abajo y visto de esa manera se deduce que ellos no por estar arriba van a gozar de privilegios, estamos en igualdad de circunstancias.

La forma en que personas con la facultad de “prestar” su cuerpo para servir de medio de para dialogar con nosotros que estamos acá abajo podamos dialogar ellos y nosotros.

La forma de dialogar se presenta de manera ordenada, quienes están arriba funcionan como moderadores otorgando la palabra a quienes ellos designan.

En general es solicitada su presencia, para hacer preguntas que en su mayoría son de salud, por que se considera que ellos todo lo ven y nosotros tenemos restringida esa visión a lo tangible.

Y casi a nadie se le ocurre preguntar como es ese lugar en donde habitan que debe ser bastante interesante, desde luego por lo desconocido que es para nosotros.

Casi todas las reuniones, se hacen en lugares de cierta manera privados para evitar interrupciones, y algunas veces porque se llevan a cabo ceremonias especiales.

Durante muchas reuniones me mantuve solo como espectador, durante ese tiempo nadie me otorgaba el beneficio de consultar algo, sin embargo nunca desistí.

El día llego en que un espíritu se dirigió concretamente a mí, de tal suerte que aproveché para hacer mis preguntas “tontas” para tratar de descubrir algún truco, pero nunca existió tal truco.

Pregunté cosas sin dar importancia, solo intentaba descubrir algo que me obligara a dar fin a este proyecto que ya contaba con varios meses sin encontrar algo importante desde luego para mí.

Pero de momento quien hablaba guardó un silencio impresionante y todos los asistentes callaron también y resulté sorprendido cuando se dirige solo a mí pero ahora el me preguntaba sobre un amigo entrañable que se encontraba enfermo.

En ese momento en verdad no supe que actitud tomar, pues yo nunca mencioné a nadie de ese amigo y sin embargo la voz que hablaba me indicaba que mi amigo había llegado a su ley de causa.

Me explica entonces que la ley de causa es el final de la vida aquí abajo y que ya pronto compartirá con el sus experiencias allá arriba.

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