martes, 25 de octubre de 2011

La felicidad

La felicidad esta presente siempre, solo que parece que muchas veces no la vemos, o no la queremos ver, la felicidad significa paz y forma parte de una palabra mágica pero también efímera.

¿Qué pasaría si después de cruzar la línea de la vida nos ofrecieran la felicidad? Es posible que tal cosa la calificaríamos de aberrante ya que entender que después de perder la vida se reciba una oferta de felicidad no es congruente.

Sin embargo, nada impide que imaginemos esta situación ficticia y por que no aprovecharla para meditar un poco sobre el tema y aprovechar el momento para hacer una reflexión sobre la felicidad.

Tal vez el reclamo sería: ¿Por qué no me dijeron como ser feliz durante mi vida y porque me lo dicen ahora que ya no puedo disfrutar la felicidad en ningún nivel?

Generalmente las personas que no disfrutan la felicidad es por que no se detienen a pensar que es el proyecto más sencillo que existe y que no importa la preparación que tenemos, solo necesitamos atrevernos a ser felices.

La mayor parte del tiempo lo ocupamos en calificar nuestra vida como gris, saturada de crisis y luchas sin resultados aceptables, con alegrías no recordables y que las tristezas ocuparon la mayor parte de nuestro tiempo.

Es comprensible desde cualquier punto de vista que ese sea el pensar de la mayor parte de los seres humanos, pero el asunto es que de alguna manera se nos envían señales que nos indican el camino hacia esa tan ansiada felicidad.

Captar esas señales parece que son extremadamente difíciles de percibir y si se pudieran aceptar sin reserva, verlas y calificarlas, de inmediato para ponerlas en práctica     es la mejor de las recomendaciones.

Indudable es que aceptar cualquier percepción es más efectivo que rechazarlas sin meditar, muchas veces ocurre que la persona más insignificante nos puede proporcionar la mejor solución a nuestros problemas, pero no lo aceptamos por la descalificación que hacemos de esa persona.

El barrendero, el aseador de calzado, la persona más humilde que se nos coloca frente es tal vez el enviado a transmitir un mensaje y no lo escuchamos porque no lo entendemos calificado como emisor de un mensaje.

Cabe en este momento aquel pensamiento en el que se asegura que el maestro aparece cuando el alumno esta preparado para recibir el mensaje.

Vale la pena que a partir de este momento se pregunte: ¿Ha sido usted feliz?

No me conteste, tómese el tiempo que crea necesario, solo piense en los momentos que considere que ha sido feliz, yo le aseguro que ha experimentado más momentos felices de los que imagina, solo haga su lista y por un momento olvide lo malo que le ha sucedido.

Su felicidad esta más cerca de lo que imagina.

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