Desde
siempre me he considerado un admirador de la ciencia, primero por los grandes
beneficios, aportados para hacer la vida del ser humano muy placentera y
eficaz.
Desde
hace unos 30 años, un evento ocurrido a mi familia, me entregó en los brazos de
los asuntos de un mundo que no termino de conocer, me fascina tanto como la
ciencia.
En esta
primera década del siglo XXI, las investigaciones científicas en asuntos
ubicados junto a la psicología, se han incrementado favorablemente, en la
búsqueda de respuestas a todo aquello que parece fantástico o simplemente
incomprensible.
Mucho
he hablado en estos reportajes con respecto al concepto “alma”, desde el
momento en que tuve conocimiento de ello, no he abdicado en la búsqueda de
datos que soporten el método científico.
Muchos
son los textos que he tenido que estudiar, y a la fecha es muy poco lo que se
puede comprobar, como lo indican los últimos descubrimientos, donde algunos
científicos han concluido que pudiera, sí existir.
Las
pruebas se han realizado en base a los usos y costumbres de México o de su
pueblo, sobre todo lo que pudo haber pasado a nuestros antepasados, en los
asentamientos teotihuacanos, otomíes, mayas y el resto de nuestro territorio.
Paralelamente,
los científicos han hecho su trabajo, intentan descubrir el punto medio entre
lo real y científico, con la verdad filosófica que siempre lo ha intentado y
jamás conseguido.
Con
buena voluntad parece que muy pronto surgirán los datos que permitan recorrer y
analizar cada rincón de nuestra patria, con la ayuda de los mismos alumnos,
quienes se contratan en funciones de investigación.
Tal vez
si habilitamos una retrospectiva de los últimos cien años, sea posible volver a
vivir aquellos tiempos, nadie podía imaginar entonces, que seríamos esclavos de
todo cuanto se ha descubierto en los últimos años.
Este es
el milenio de la comunicación, todo cuanto sucede a nuestro alrededor, lo
conocemos casi al instante mismo en que se produce, entonces no veo la razón
por la cual deban estar separados los científicos y los psicólogos.
Si
ellos se unen, podemos estar seguros de que muy pronto hablaremos del alma,
como si se tratara de un dolor de espalda, es decir, se requiere esa comunión
de ambas especialidades que nos permita encontrar las mejores respuestas.
Los
grandes descubrimientos en el avance de la medicina, se lograron gracias al
trabajo de ingeniería: Mecánica, eléctrica y electrónica, junto a la sabiduría
en la ciencia médica.
No veo
razón por la cual no se puedan poner de acuerdo representantes de la ciencia
médica y quienes han dedicado parte de su vida en estudios sobre los asuntos de
la vida después de la muerte.
Un
terreno que considero fértil y que puede entregar resultados impresionantes, si
se trabaja con la seriedad debida y saber que pasa cuando el cerebro deja de
funcionar.
Muchos
son los relatos emitidos por pacientes que involuntariamente les ha tocado
vivir esa experiencia, que han arrojado infinidad de datos, tendientes a
descubrir la realidad de lo que ocurre en ese intervalo entre la vida y la
muerte.
Con un
poco de tiempo más, podríamos saber no solo que es lo que ocurre en momentos
como el descrito entre la vida y la muerte, tal vez con un segundo esfuerzo se
logre saber que es lo que pasa más allá y encontrar el justo medio.
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