jueves, 28 de julio de 2011

La montaña

Por: Julio Torres.
Uno de mis grandes privilegios es que vivo frente a una gran montaña, y cada mañana al despertar, lo primero que checo para ver si nadie se ha llevado mi espectáculo de primera fila, y cuando he contado con algún tiempo libre, mi mejor regalo es la contemplación de esa montaña formidable.
En alguna parte leí, que una montaña significa el lugar donde ocurre el encuentro entre el cielo y la tierra, que sirve de paso de un lugar a otro y por tanto constituye un punto de conexión con los dioses, además de simbolizar la eternidad, firmeza y quietud.
Espiritualmente la montaña simboliza el ascenso a los estados más elevados de conciencia del ser, un paso entre montañas representa el acceso a nuevos planos espirituales, en sueños espirituales una montaña puede simbolizar un lugar de revelación, donde se produzca cierta transformación interior de la persona.
Si en nuestra montaña hay un gran abismo en el lado izquierdo, significa que la parte inconsciente no está descubierta aún y tratar de descubrirla significa fuertes conflictos. 
Los deseos inalcanzables están presentes cuando la montaña está cubierta de nubes y eso dificulta la realización de esos deseos.
Es posible que muchos de nosotros hayamos soñado conquistar la montaña más alta del planeta, desconozco la emoción que pueda significar.
Pero la montaña como tal, siempre será mejor utilizar su imagen con sentido simbólico, en términos generales la grandeza que representa, es nuestra propia grandeza, tan grande será nuestra montaña personal como grande el deseo que tengamos de triunfo personal.
Pero si la montaña nos asusta por su magnitud, en esa medida nos agobiará la magnitud de nuestros problemas, siempre he sostenido que una caída por estrepitosa que sea nunca debe doblegarnos, a sacudirse el polvo y seguir adelante.
Cuando la tragedia en México, del terremoto de 1985 por razón de colaboración para algunas aseguradoras, participé muy de cerca en la solución de algunos reclamos.
Quienes sufrieron la pérdida del total de su patrimonio, decían: perdimos todo excepto la vida, ahora debemos volver a empezar.
Algunos manifestaban declarar con alegría que el haber conservado la vida era lo más importante pues los vecinos no habían corrido con la misma suerte.
Ese volver a empezar, es lo que nos debe impulsar a disfrutar lo que la vida nos entrega sin condiciones, nada teníamos al comenzar a vivir, pero la inteligencia de que hemos sido dotados desde nuestro nacimiento, es la herramienta que nos impulsará para seguir adelante.
Cada uno de nosotros tiene su propia montaña, vamos a cuidarla y entenderla lo mejor posible, para que quien la ocupe después de nosotros la encuentre mejor de cómo nosotros la encontramos.

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